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Channel: Medio desnudo.
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612. Una tarde de sopa y cafecito en la Finca Santa Elena

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Ya habíamos caminado un rato por el pueblo mientras la Audrey estaba jode que jode sin ganas de caminar, había que cargarla de vez en cuando. Es una perrita bonita nacida el 10 de marzo (ya tiene once semanas y media) y tiene un color marfil que me gusta mucho, una cara de ternura y unas patas de grandota. Me he dado cuenta que al mover la cola de alegría o queriendo quedar bien lo hace con mucha fuerza y golpea. Hicimos algunas fotos en el pueblo y como es la altura, apenas 1,000 msnm no es el mismo clima que el que hay en san salvador de apenas 700 msnm, pues el clima estaba rico.

Decidimos que era buen lugar para almorzar y buscamos donde y así como quien no quiere la cosa, un rotulito pequeño Finca y Restaurante Santa Elena, bueno veamos sí se puede comer ahí pues. Y seguimos la flecha hasta fuera del pueblo luego otro rotulo mas: "Hacia las cumbres", preguntamos y dijeron: no mas de diez minutos subiendo.

Seguimos la serpentina de la carretera que sigue hacia el cielo mismo, y pensaba que el clima en medio de los cafetales es mas helado, que la carretera tenía niños que caminaban y que tenía hambre. Ahhh y ganas de hacer uno.

De repente una flechita y una entrada de tierra, aquí es pué. Vamonos para dentro. El camino de tierra y piedra, a un lado la vista desde la cima y al otro lado, la montaña y los árboles. Puuta, que bonito me dije. Una curva y una cascadita, los arbustos, los palos de sombra del café y quien sabe cuantos animales en esa vegetación, ¿el clima? una delicia.

Bueno, me dije, nunca vamos a llegar entonces? pasa que el desespere del hambre pero no habían pasado cinco minutos de camino cuando de repente una casa de finca, flores, gente conversando, patios pequeños de café, despulpadoras, y la Camila, una yegua. Detuvimos el auto e inmediatamente nos saludó Filadelfo Baires, el hombre fuerte de Santa Elena, "bienvenidos, pasen adelante" y la amabilidad completa Don Fila, ciertamente una persona que sabe, entiende y quiere la vida de la montaña. No, no siempre fue de montaña.

Pues, ya, entramos al lugarcito muy bonito, con un techo de flores que colgaban sobre las mesas de madera y la vista hacia el infinito, encantadora. Oigo música y quedo un tanto extrañado, ¿que es eso? un jazz en el medio del cafetal? pregunto al encargado de ayudarnos a elegir el plato y me dice..."ese es... ese es...ya averiguaré", espera le digo, no será Cannonball? "ese mismo es" replica.

En mi pensamiento me surgen varias cuestiones: que lindo lugar, ¿quien es el dueño?, ¿que son estas fotos? En una de ellas veo a Alvaro Magaña en sus días de presidente junto con Filadelfo, el hombre que me ha saludado con efusividad al llegar. Le doy vueltas a la cabeza varias veces.

Bueno pidamos algo, un par de cervezas, sopita de frijoles con queso y cuajada, gallina india de verdad, sopita de gallina, y la plática de la tarde con la Tati y Filadelfo, la conversación en la que se vuelan los hechos, los datos y las curiosidades. Filadelfo me ha comentado muchas cosas sobre la finca, pienso que él no es siempre así, o quizá sí. El asunto es que hablamos bastante creo, en la televisión había un programa de Campeonato de Golf de los EEUU que Filadelfo miraba detenidamente, como ya había visto un reconocimiento de golf en mi recorrido le dije molestando

- "Yo nunca he jugado golf ni podría"

- "Ah como mombre, sí eso lo puede hacer usted"

- "Digo que... no soy ni seré socio de un club de glf, no tengo el pisto..."

- "Eso es otra cosa, pero las capacidades ahí están".

Hablamos de deporte, del café (algo entiendo del asunto... estuve tres años metido en una de las fincas mas grandes de café de este país), de geología, de pueblos pre hispánicos de obsidiana (nos ha mostrado muchas pedazos de la misma), de historia, de 1932, de la gente, de como llego ahí, de como va con la roya, del banco Hipotecario, de la vista, de animales, del pueblo... en fin, tema había y además, alguien que sabe, entiende y enseña. La Finca tiene ese don de armar ambiente.

Casi las cinco de la tarde, como se va el tiempo. Caminamos un rato por los derredores del restaurante, tiene una cabaña por ahora y un sitio para acampar (creo que haremos eso un día he pensado en la Cristi y Guille para decirles) y el frío ha empezado. Pedimos cafecito de estricta altura, recien molido y cocinado. Caliente como el infierno pero perfecto para este cielo de la cumbre. Ana María la administradora nos ha mostrado un poco de este entorno, escuché su acento y se lo pregunté: ¿vos sos tica o colombiana? Esta manía mía de tratar a la gente de vos me ha valido más de una mirada rara, no fue el caso. Colombiana me dijo, odontologa de profesión y diseñadora. Más sorpresas en esta finca. El pelo de la Ana María es similar al mío, bonito pues, gris, bastante gris.

Nos hemos despedido luego de pagar lo que francamente me pareció adecuado y justo, hasta barato pienso. Bajamos la cumbre con el deseo de regresar. Lo haremos.


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