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Channel: Medio desnudo.
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615. Tarde de sofball en Aguacayo

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Ayer pues cansado de la semana y con deseos de salir, no quedarme encerrado en casa que a veces es asfixiante, un calor del diablo en el infierno que es San Salvador.

Pase a traer a la Audrey y a D´jango y nos dirigimos a Quezaltepeque, buscando un viejo balneario al que mi padre me llevaba y donde nace agua que viene del volcan con sabor salobrigo. Ya me miraba yo metiendo a esas aguas sin embargo, el sueño duró muy poco: no se permiten animales.

Bueno, ni modo, veremos como nos va en el Suchitlán... uff agua estancada y sucia. Puta... ¿cómo se hace en un día de calor para que uno no se deshidrate? Avancemos pues a un río en Aguacayo, "Las Señoras" y veamos que tal está. Bajamos el auto y las aguas algo estancadas producto de la falta de lluvia que ya ocasiona angustias en los sembradores de las milpas.

"Vamos mas abajo", los perros se tiraban a las pequeñas pozas, nadaban y gozaban, hasta reían de estar en un ambiente menos tóxico que San Salvador. Me asombraban como disfrutaban el agua en el río, pero es así, ninguna poza les parecía grande, nadaban y salían, regresaban y volvían a nadar, luego de un rato fuimos al pueblo y encontramos a un viejo amigo, el Eligio con quien disfrutamos algunos tragos de chaparro curado con nance, fácilmente se podía calibrar: chaparro de 70 grados. Tremendo.

En eso, la mujer del Eligio salió de su casa, humilde y donde tiene 3 perros, cuatro cabras, un cabrón mechudo, cinco cabritos, cuarenta patos, veinte gallinas, treinta palomas, dos chompipes, siete gatos y un conejo. Le miré con un guante y una pelota de softball en la mano.

- ¿Dónde van?

- A jugar vamos, ¿quieren ir?

Se armaron los equipos de un lado, doña Celina, una mujer de unos cincuenta años de yinas, falda beige y camisa celeste, junto con la mujer del Eligio y una de sus hijas que usa celular en el short para andar oyendo música aun cuando batea, mas otras cuatro bichas del cantón.Vamonos chuchos, a ver jugar softball en Aguacayo, ahí donde antes hubo guerra y hoy solo queda el alma solidaria y la vida mas o menos fraterna de la gente que ha medio repoblado el caserío, antes cantón, y mucho mas antes, pueblo.

El otro equipo compuesto por tres bichos adolescentes, tres niños chiquitos de no mas de seis años y la madre joven de Carlitos, el cipote de cinco años con pestañas de muñeco. Nos sentamos a mirar el partido, strike dos, foul, planck....!!! hasta home, métela, métela, métela!!! y yap, carrera!, una mas.

Lo pensaba, tarde de caserío, juego de gente grande con gente chiquita, tarde de domingo donde no hay cine, no hay metrocentro, plaza mundo, multiplaza o gran vía, solo la calle polvoza que lleva a la cancha medio engramada, la que se convierte en el escenario principal el día domingo, ahí donde llega Hercules, el chucho mas bonito del pueblo, un pastorcito cruzado que se dedicó a jugar con la Audrey y el D´jango.


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