Hoy temprano por la mañana, y quizá toda la semana, hemos estado conversando con nuestro alumnos en torno a la educación, su importancia más allá de los números que pueden presentarse en torno a ella, tales como déficit, matrícula, deserción, repitencia, analfabetismo, tasa de atención en la educación superior, etc.
Se han desarrollado interesantes conversaciones con los estudiantes más a partir de sus propias realidades, de cómo es que cada uno de ellos ha llegado a estudiar su carrera, y de la importancia que tiene el reconocer los talentos.
También de como este sistema de educación tiene implicaciones en los cambios de la cultura y sobre todo, la forma como las instituciones educativas se encargan de reforzar o transformar la ideología de los pueblos. Noto con suma alegría, como los cipotes me piden las diapositivas, las grabaciones, imagenes y últimamente me están pidiendo los vídeos que presento en mi clase. En fin, desarrollando ideas y sembrando inquietudes en un entorno que francamente presenta perspectivas no tan lindas. Veo a mis estudiantes graduándose y saliendo a la calle a buscar trabajo de forma insistente, hasta quizá lograrlo.
En esas estamos, cuando de repente uno de mis compañeros y amigos docentes me da una llamada de teléfono y me comenta "uno de los alumnos ha fallecido y se encuentra en las listas de una de tus asignaturas", comentamos sobre lo triste de tener una muerte a una temprana edad. He pensado en lo desastroso que es para una familia tener que enterrar a un hijo. He valorado lo injusto, lo terrible que resulta que una vida se trunque. He pensado en la maldad que tienen otros que desvalorizan la vida de los demás, y asesinan.
No soy amigo de envidiar la vida de otros países, esto es lo que tenemos y con esto debemos salir adelante, sin embargo hoy día me he doy cuenta de la desventaja de haber nacido en este país.